Los sistemas de ventilación o de captación de humos no son viables para eliminar los tóxicos del humo del tabaco por varios motivos:
a) Los sistemas de recirculación del aire que pretenden captar los agentes tóxicos son ineficaces porque gran parte de las sustancias tóxicas del tabaco no se encuentran en forma de partículas, sino como vapores (monóxido de carbono, amoníaco, etc) o en partículas muy finas (de menos de 2,5 micras), que son las más nocivas y que no pueden ser capturadas.
b) Una solución basada en los sistemas de ventilación para eliminar esos gases no es viable. El sistema de ventilación capaz de eliminar los vapores cancerígenos y las partículas tóxicas de pequeño tamaño requeriría una velocidad de intercambio de aire insoportable, puesto que tendría la magnitud de un pequeño huracán debido al elevado número de renovaciones/hora requerido.
c) Los locales de ocio donde se permite fumar, aún con los mejores sistemas de ventilación, siempre presentan concentraciones de nicotina en ambiente muy por encima de 2,4 μg/m3. Por encima de ese umbral, los empleados presentan un riesgo de cáncer de pulmón de 3/10000. Si los niveles están por encima de 7,5 μg/m3 (típico en bares, pubs y discotecas), los empleados presentan riesgo de infarto cerebral (1/1000) y de infarto de miocardio (1/100) a lo largo de su vida laboral.
Los trabajadores de la hostelería llevan demasiado tiempo expuestos de forma permanente a un riesgo de origen químico como es el humo ambiental del tabaco, un agente contaminante y cancerígeno. De ahí que desde distintos sectores se esté promoviendo la ampliación de la Ley Antitabaco para que incluya también al sector de la hostelería.
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