Los inmigrantes han contribuido históricamente tanto con la riqueza de sus países de origen como con la riqueza de los países de destino. Pero es en estos últimos, especialmente, donde debemos aplicar tantas medidas de prevención como sean necesarias, empezando por diseñar una política preventiva específica que recoja sus particularidades culturales, lingüísticas, de formación, etc. No en vano, conforman un grupo bastante numeroso y con unas características especiales.
Las empresas
A nuestras empresas les corresponde la función de gestionar adecuadamente este enorme caudal, con lo que podrían conseguir grandes ventajas, tales como una mejor imagen corporativa, atraer a personas con talento, fortalecer los valores culturales en su organización, o enriquecerse con la creatividad e innovación de estos trabajadores. Ellas deben recoger en su gestión interna las novedades de convivencia y comunicación y adaptarlas a las normas generales, logrando que este proceso redunde en beneficio del grupo de trabajadores y, por tanto, en beneficio de las propias empresas.
La paradoja radica, por el contrario, en el dato de la hipercualificación para desempeñar el trabajo, esto es, un exceso de preparación para el trabajo que se desarrolla. El estudio del Observatorio Europeo de Riesgos señala que los trabajadores venidos de fuera tienen una media de cualificación o exceso de preparación -para el trabajo que desempeñan- más alta que los demás. En España aparecen los índices más altos de la Unión Europea: un 42,9% en los inmigrantes y un 24,2% en los trabajadores españoles (datos de la OCDE). Este es un punto que refleja el gran potencial que pueden aprovechar nuestras empresas en estos trabajadores.
Condiciones de Seguridad y Salud
Asimismo, desde la perspectiva de las condiciones de Seguridad y Salud, los datos del informe del Observatorio Europeo de Riesgos evidencian una carencia generalizada para este colectivo. Podemos asegurar que muchos inmigrantes trabajan en Europa en penosas condiciones; de hecho, están muy representados en los trabajos con más riesgos de accidentalidad, y se incorporan a los sectores y tareas que más rechazan los trabajadores autóctonos de cada país (agricultura, horticultura, construcción o servicio doméstico).
Los trabajadores inmigrantes constituyen una parte numerosa del panorama laboral en Europa y en España, y la progresión va en aumento. A ello hay que añadirle la cifra aproximada de 5,5 millones más de personas ilegales residentes. Pero lo cierto es que son el grupo de trabajadores más injustamente olvidados, tanto en nuestra parcela preventiva como en otras, bien sea por la necesidad económica, por la escasez de mano de obra, por las barreras lingüísticas o culturales, o por otro tipo de discriminación. Es esta condición, la de ser “de fuera”, la que hace que en muchos casos no puedan acogerse a los mecanismos de protección establecidos legalmente, incluyendo la imposibilidad de uso de la atención sanitaria laboral.
A ello hay que añadirle unas condiciones psicosociales en el trabajo más desfavorables que las que soportan los naturales de cada país. Son víctimas de un mayor índice de acoso, soportan en mayor o menor medida las desigualdades culturales, cuentan con la lejanía de sus familias y suelen tener más precariedad laboral y económica. Esto les produce más estrés y una mayor insatisfacción general.
Por tanto, es mucho el trabajo que queda por hacer, y mucha la Prevención de Riesgos Laborales que hay que aplicar en favor de los trabajadores inmigrantes, un colectivo con enormes posibilidades de futuro. Por esta razón, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud se propone como una de sus prioridades, velar por la protección de estos trabajadores.